La leche materna es el alimento ideal para el desarrollo y crecimiento de los recién nacidos. La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva durante los 6 primeros meses de vida (salvo en el caso de algunas afecciones médicas en las que sea más adecuada la leche de fórmula) ya que ésta cubre totalmente las necesidades nutricionales del lactante.
Sin embargo, a medida que crece el bebé aumentan sus requerimientos nutricionales y es necesario introducir en su dieta otros alimentos además de la leche. A este proceso se le llama ablactación o de alimentación complementaria.
La alimentación complementaria puede comenzarse cuando el bebé alcance ciertas habilidades psicomotoras y pueda manejar y tragar de forma segura los alimentos. No todos los niños las adquieren al mismo tiempo, pero suele ser hacia el sexto mes cuando su organismo ha madurado lo suficiente a nivel neuronal, digestivo e inmunológico.
En cuanto al orden en el que introducir los nuevos alimentos hay que tener en cuenta que varía ligeramente según la tradición cultural de la familia y su situación socioeconómica. No hay unos alimentos mejores que otros, pero sí que hay que tener en cuenta que no es recomendable ofrecer leche de vaca ni miel hasta los 12 meses (pueden causar problemas gastrointestinales) y deben evitarse la ingesta de azúcar y de sal.
Para que el lactante vaya conociendo nuevos sabores y texturas, se recomienda ofrecer en un principio los alimentos en forma de papillas o purés e ir modificando poco a poco la textura a grumosa o semisólida (hacia los 8-9 meses) y finalmente, darle alimentos sólidos (hacia los 9-12 meses) para estimular el aprendizaje del proceso de masticación y deglución, facilitando que el niño pueda ir comiendo solo, según su edad.
La introducción de la alimentación complementaria debe ser gradual, en pequeñas cantidades que irán aumentando progresivamente según vayan siendo aceptadas. No hay que olvidar que el alimento principal sigue siendo la leche (materna o de fórmula), que será complementada con los nuevos alimentos y que deben iniciarse de uno en uno, esperando unos días entre un nuevo alimento y otro, para permitir que el bebé se acostumbre a los diferentes sabores y para que podamos observar si es bien admitido o aparecen posibles intolerancias.
Fuentes:
Asociación Española de Pediatría
Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria
Autor: Gloria Aparici. Farmacéutica.
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